lunes, 2 de junio de 2014

El vacuo ejemplo y el camino recto.

¿Cómo vamos a juzgar si drogarse es legítimo o no, cuando casi todos los ciudadanos lo hacen?, ¿Cómo vamos a pretender que la juventud no consuma sustancias nocivas, si los adultos continuamente lo hacen?, ¿Cómo vamos a llamar a alguien tonto, si los tontos somos nosotros?

Decía un profesor que me dio clase hace ya casi 10 años que, las matemáticas nunca fallaban, sino que, quienes fallan son los matemáticos. En aquella época no me paraba a pensar lo que quería decir, siendo sincero, consideraba que no hacía más que pelotear a las pequeñas mujeres o chicas a las que el señor profesor les tenía mucha estima. Pero, aparte de ese juego hombres-mujeres que planteaba, nos mostraba una realidad como la copa de un pino, las matemáticas son una ciencia perfecta, sin fallos, más o menos desarrollada en diferentes etapas históricas, pero regida por esos mundo lógico y numérico a los que no se les escapa ni un enunciado no verdadero. Quienes fallaban eran los profesionales que intentaban comprender las tan profundas complicaciones del mundo matemático y , a partir de ahí, desarrollar nuevos enunciados y demás intelectualismos al alcance de muy pocos. La filosofía no falla, fallan los filósofos; bendita búsqueda del saber, bendita fuente de la duda y bendito sea el primero en filosofar, que no el primer charlatán de feria, sino el primer individuo que intentó comprender la realidad de una manera racional, más o menos, pero racional al fin y al cabo, y lo compartió con los demás. Malditos los filósofos que se equivocaron, pero benditos a su vez, pues de sus errores y meteduras de pata, los demás han podido aprender y no caer en los mismos complicados hoyos, aportando nuevos enfoques y perspectivas sobre el mundo. Si uno no se equivoca, el otro no aprende ni acierta, si uno no muere, el otro difícilmente pensará que se va a morir; experiencia, sin duda. La agricultura no falla, fallan los agricultores; la economía no falla, fallan los bancos, banqueros y economistas; la policía no falla, fallan los policías; la sociedad no falla, fallan los ciudadanos.

La propuesta de una sociedad X siempre suele ser perfecta, utópica e intenta favorecer a todos, excepto en casos muy puntuales, como dictaduras y demás, o incluso, democracias disfrazadas. Un capitalismo bien llevado es la clave de una vida perfecta, pero , por supuesto, lo que hoy está vigente en nuestra sociedad no es ese capitalismo ni mucho menos.

La sociedad que proponemos en este entorno capitalista es apurada, injusta y sumamente peligrosa; que nadie se preocupe por nadie, sólo por sí mismo, que cada uno viva lo suyo, que cada uno consiga la máxima cantidad de bienes materiales y únicamente eso, sea de la manera que sea, eso sí, que parezca legal al menos. Nos enseñan la manera diestra de hacer las cosas, la que debería ser, la idónea, la que genera resultados perfectos, desde pequeños se nos exige que actuemos de esa manera, pero, ¿cómo nos va a exigir alguien que no lo hace, que lo hagamos?, ¿Cómo es capaz un profesor, que fuma un paquete de tabaco diario, de decir a los niños que no tienen que fumar y que esa práctica es nociva para todos? Podemos pensar que como él fuma, conoce los perjuicios que la acción que tan constantemente realiza, genera; pero, su actitud es incoherente de la cabeza a los pies, si sabes que algo te hace más mal que bien, ya sabes lo que tienes que hacer, lejos, muy lejos.

Si exigimos a los jóvenes que lleven una vida digna, que estudien, que trabajen, que se esfuercen por labrarse un futuro, que sean envidiables en lo que les toque, que sean sanos y sobre todo, honrados; Si hacemos eso, nosotros debemos ser un poco de lo que exigimos, debemos, por lo menos, ser una pequeña muestra de lo que exigimos a los demás y sobre todo, a esos individuos. Hacemos las cosas rápido y mal, buscando un resultado beneficioso para nuestra persona, pero muy perjudicial para la mayoría, somos capaces de desplumar a quienquiera que nos intente ayudar, somos capaces de dejar en la miseria a un país por querer obtener resultados instantáneos y por el camino sencillo, el de dejarse llevar, el de sacarse las cosas de encima, no puedo decir incorrecto, porque no soy quien para enjuiciar lo que es correcto y lo que no, pero, eso sí, podría decir, el mísero y el mezquino, el que, a pesar de dar resultados rápidos y beneficiosos, produce una profunda sensación de vacío.


Queremos que la sociedad progrese y Belén Esteban cobra más que un inepto presidente del gobierno, sea Rajoy, Rubalcaba o Pablo Iglesias. Estos señores pese a ser un tanto limitados, saben hablar, razonar, leer y escribir, cosas que la anterior mujer dudo que sepa hacer, y eso que, mejores condiciones para aprender no tiene, al menos, ahora mismo; aun así, esta señora es un maldito referente para los jóvenes, lamentable se queda corto. Si Belén Esteban sirve más como referente que Mahatma Gandhi, Nelson Mandela, Martin Luther King o, incluso, el mismísimo Jesucristo, ¿cómo vamos a exigir a los ciudadanos que hagan las cosas bien? Ella es el primer reflejo de lo que hoy en día es la sociedad: braguetazo, torero, polémica, gritos, espectáculo, más polémica y ahí está tu vida construida, la PRINCESA del BARRIO. La sociedad del interés, del gusto fácil y del beneficio express, instantáneo, la sociedad de las gambas arrastradas por la corriente.

Llevamos así desde hace muchos años, exigimos a los demás que sean reflejo de lo que nosotros no somos, exigimos perfección, exigimos respuestas correctas, pero para aprender, los ejemplos son muy necesarios y cuanto más exagerados sean, mejor, ¿somos nosotros un buen ejemplo?, ¿Qué creéis? Yo, como comprenderéis, creo que se salvan pocas personas por su excelencia y, otros, aunque no seamos perfectos ni nada parecido, lo intentamos, pero la mayoría, pese a tener muchas capacidades y destrezas, se empeñan en demostrar lo contrario, en demostrar que, al menos, como personas, son varios ceros a la izquierda.

Un canto de guerra de los combinados alemanes a lo largo de la historia del fútbol era el de morir matando, con las botas puestas y ellos así lo han hecho muchas veces, se han quedado en la orilla, pero sin dejar de remar en ningún momento, han sido derrotados por su rival, pero sin dejar de resistirse nunca. Entonces yo, desde aquí, lanzo unas sencillas cuestiones, ¿Por qué no?, ¿Para que esperar? Intentémoslo.



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